domingo, 11 de abril de 2010

Ave Fénix



No soy un tirano, soy la leyenda de lo perdido, quien entiende sobre la verdad no tolera la mentira.

Solo hace falta que un fantasma te enseñe a ver y comprender que si sonríes a la mentira, esta se vuelve sorda.
Yo comprendo que la verdad tiene un precio, un precio muy caro, si la aceptas la afrontas y viertes piedras en las pupilas para endurecer el alma y para así ser un clandestino.

Dios no entiende a la lágrima del fuego, desconoce el grito del calor, subestima el poder de las almas rotas.
Por tu bien que yo no muera y no me desvanezca en la fosa de plomo, si no mi tiranía invadirá todo paisaje glorioso hecho para las almas que descansan en paz, mil ejércitos de fuego resurgirán de las montañas heladas y arrasaran con el amor de toda una esperanza.

El ave fénix resurgirá de sus cenizas hallada la vida del alma muerta, para encontrar en la sangre un chispazo de arena sonora, siendo siempre la fuente de la gloria y la fuerza de lo perdido.
Entonces, la magnitud del hombre será envuelta en una arrolladora nube de sangre helada para echar sobre la tierra rayos de agua hervida y así resurgir la tempestad de los claros vacios.

Combatir al mundo es combatir a Dios, no combatir a Dios es estar en contra mía.

La mierda putrefacta se infecta en el veneno de tu boca, mientras las alas de la oruga que nunca pudieron ser mariposa sodomizar los instintos de creación del mundo.
Dios como ser impasible se comerá todos los excrementos de nuestras entrañas para aullar la libertad espiritual, mientras que yo plausible ante los garrotes de acero encenderé mi esqueleto y volare toda vida lograda en las miradas que guardan almas frágiles.

La fragilidad es un lujo muy caro y la auto compasión un sentimiento muy barato y putrefacto.
Solo la fortaleza animal es capaz de darnos armas para combatir al mundo, la depresión y la auto compasión son enemigas a las que tenemos que tiranizar.

Seremos tanto como actuemos y no como quisimos actuar

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